La lapicera

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sábado, 29 de noviembre de 2014

Historia del perfume I



El sentido del olfato      Gracias a los sentidos nos comunicamos con el mundo. Podemos carecer de alguno de ellos, pero si es así, se produce una inevitable desconexión con el exterior. El olfato se ha considerado siempre el más bajo de los sentidos, del que se puede prescindir más tranquilamente porque altera nuestra percepción en menor medida que la vista o el tacto. Puede ser cierto, aunque sin olfato seríamos privados de ciertas emociones. Cuántas veces un aroma nos ha traído el recuerdo de alguna persona o de una época pasada de nuestra vida.

       Esto es debido a que, de todos los sentidos, el olfato se caracteriza por ser el más rápido en poner a funcionar nuestro cerebro, transportándonos a un mundo de emociones y de sentimientos distinto y más profundos, que el 
que nos sugiere la visión de una imagen o la percepción de un objeto. 

      Por tanto, el perfume existe desde que existe el sentido del olfato. El hombre aprendió desde sus orígenes, a distinguir un "buen olor" de un "mal olor", aunque naturalmente no comenzó a experimentar con los aromas hasta mucho más tarde.

Historia


 Casi con toda seguridad que el perfume nació en estrecha relación con la religión, empleado como purificante del alma y también como ofrenda a los dioses. El incienso, que se lleva utilizando desde hace 5.000 años, se empleaba en las ceremonias religiosas y, al igual que hoy en día, se despedía a los muertos con flores. En la mayoría de los casos era el sacerdote el encargado de mezclar los aromas en las proporciones adecuadas. Prueba de su uso en rituales lo tenemos en los relieves egipcios y en la artesanía griega y romana. Desde la India se importaban hacia Egipto, Grecia y Roma grandes cantidades de sustancias aromáticas que eran muy valoradas, como las especias y el sándalo.    Casi con toda seguridad que el perfume nació en estrecha relación con la religión, empleado como purificante del alma y también como ofrenda a los dioses. El incienso, que se lleva utilizando desde hace 5.000 años, se empleaba en las ceremonias religiosas y, al igual que hoy en día, se despedía a los muertos con flores. En la mayoría de los casos era el sacerdote el encargado de mezclar los aromas en las proporciones adecuadas. Prueba de su uso en rituales lo tenemos en los relieves egipcios y en la artesanía griega y romana. Desde la India se importaban hacia Egipto, Grecia y Roma grandes cantidades de sustancias aromáticas que eran muy valoradas, como las especias y el sándalo.






      Las fragancias pasaron de Oriente a Egipto, donde, los que disponían de agua vertían una pequeña cantidad en los baños, y al salir de ellos se untaban el cuerpo con más de veinte aceites diferentes, creyendo así, estar más cerca de los dioses.



      De Egipto pasaron a Grecia. Los gimnasios griegos contaban con una parte para el aseo personal, y allí se podían encontrar infinidad de productos fragantes de diferentes formas y colores: talcos que aplicaban en su piel, aceites, resinas mezcladas. Incluso fueron los primeros en comercializar estas sustancias en los mercados, naturalmente, entre un público muy seleccionado. Pero fueron los romanos los que, ocupados por un aseo personal diario, lanzaron el consumo de los perfumes a todos los escalones de la sociedad.



      La perfumería también se encuentra desde la antigüedad asociada a la ciencia médica. En Grecia, Hipócrates, padre de la medicina, utilizaba pequeños concentrados de perfume para combatir ciertas enfermedades. La capacidad curativa de las plantas o aromaterapia tiene su origen en este país, aunque posteriormente, en la Edad Media, los perfumes se siguieran utilizando para luchar contra las epidemias y como desinfectantes hasta bien tarde, como por ejemplo en la peste que azotó Londres a mediados del s. XVII. 

      Paradójicamente con la llegada del Cristianismo y sus mensajes de humildad y pudor, el uso del perfume por parte de las mujeres (mayores consumidoras de perfume a lo largo de la historia) cayó en desuso. Esto, junto con la caída del Imperio Romano, marcaron un periodo de declive del desarrollo general (principalmente cultural) en occidente.


      Fue de nuevo la civilización árabe la que comenzó a experimentar con perfumes tras la aparición de una nueva ciencia, la alquimia. La alquimia aplicada a esta materia pretendía arrebatar las propiedades a las plantas, extrayendo así su quintaesencia. De esta forma, la planta seleccionada era destilada infinidad de veces hasta que sus cualidades pasaban a otro estado.





      Con la llegada de los árabes a España la perfumería se extendió al resto de Europa. Los países mediterráneos contaban con el clima adecuado para el cultivo de flores y plantas aromáticas, principalmente el jazmín, la lavanda y el limón, por lo que las costas de España, Francia e Italia se vieron de repente rodeadas de plantaciones cuyos frutos eran aprovechados por los árabes, haciendo del perfume la principal herramienta de su comercio.


      Por oriente, el perfume es introducido en Japón a través de China, que ya contaba en el s. VI con grandes artesanos de la jardinería natural que destinaban parte de sus cosechas al prensado de pétalos para la fabricación de perfumes. En este país se le concede al perfume un gran poder, y el sentido del olfato, siempre desplazado frente a los otros cuatro, es colocado en la posición que le corresponde. Una de las artes obligatorias que recoge el Kamasutra es, precisamente, perfumarse, para así formar una sólida alianza entre olor y amor, favorecedora del encuentro erótico entre sexos.

 Aunque en la Edad Media la utilización del perfume quedara relegada gracias a la iglesia, si se siguió usando entre las clases sociales más favorecidas. Como la higiene personal dejaba mucho que desear, las mujeres se perfumaban con fuertes y persistentes aromas, como el ámbar, que alejaban, aparentemente, el mal olor. En los castillos se aromatizaban algunas estancias, naciendo así el primer ambientador de la historia















La aparición de la industria del perfume

      Es aproximadamente en el año 1200 cuando tiene lugar el acontecimiento más significativo relacionado con el desarrollo de la industria perfumista tal y como hoy la conocemos. El Rey Felipe II Augusto sorprendió a los perfumistas, que hasta ahora habían trabajado por su cuenta, con una concesión mediante la cual fijaba los lugares de venta de perfumes y reconocía la profesión como tal, así como la utilidad social de estas sustancias. Fue entonces cuando se empezaron crear las primeras escuelas donde se formaron los primeros aprendices y oficiales de esta profesión, que tras cuatro años de estudios pasaban a ser maestros perfumistas que supervisaban los trabajos de prensado de pétalos, maceración de flores, mezclado de ingredientes, y, en resumen, expertos encargados de conseguir la fórmula del perfume deseado. Esta concesión a los artesanos fue apoyada posteriormente, en 1357, por Juan II, en 1582 por Enrique III, y, en 1658, fue ampliada por Luis XIV. Se convierte así Francia en la cuna del perfume.


      En el Renacimiento, etapa de progreso en todos los campos, los avances en la química permiten perfeccionar las técnicas hasta ahora usadas en la extracción del perfume mediante la destilación. Anteriormente el prensado de pétalos y la maceración de las flores eran las únicas técnicas empleadas, pero ahora, este método permitía la separación de las partes volátiles y menos volátiles de las plantas, consiguiéndose diferentes calidades de productos, todos ellos pertenecientes a una misma materia prima. Ahora es posible perfumar todo, desde la ropa y los complementos (guantes, abanicos, pelucas…) hasta a los animales de compañía.

      El s. XIX aporta la posibilidad de obtener productos aromáticos mediante la síntesis, o sea, la reproducción de los olores naturales y los no naturales. Así por ejemplo, en 1893 se obtiene la ionona, sustancia de olor casi exacto a la flor de la violeta. Con esta técnica queda cubierto uno de los grandes problemas de la industria perfumista: la estabilidad. Las sustancias obtenidas mediante este procedimiento, aunque no sean naturales, son más estables, menos volátiles, haciendo que el perfume permanezca duradero por más tiempo. Y no solamente esto, también se abaratan los costes de producción. 


      Como ya se ha mencionado antes, Francia, y concretamente París, fue la cuna del perfume en el mundo. Hemos visto como los monarcas favorecieron su desarrollo y los perfumistas aprendieron rápidamente las técnicas de extracción de perfume adecuadas. Pero el protagonismo de Francia en el mundo del perfume se debió a razones puramente sociológicas. Mientras que en otros países europeos la austeridad era una característica destacada del modo de vida de sus sociedades, en Francia el lujo era símbolo de desarrollo de una sociedad más avanzada.      Al igual que ahora existen determinados países que ofrecen la posibilidad de "ganarse la vida" de una forma más rápida y con más medios, París ofrecía residencia a aquellos que pretendían conseguir un buen lugar en el desarrollo de su profesión, principalmente en las artes. Fue es en este país donde se crearon y evolucionaron las nuevas corrientes que pasaron al resto de Europa y también es allí donde las creaciones están más sujetas a las modas, tan volátiles en sí mismas como el propio perfume.

      Junto a la industria perfumera apareció la industria de la alta costura, símbolos ambos del refinamiento y la vanguardia
.


Técnicas de extracción del perfume

   Los procesos de fabricación de perfumes han variado considerablemente a lo largo de la historia, aunque hoy en día se siguen empleando técnicas antiguas que siempre han dado muy buen resultado,
como por ejemplo la maceración de flores. Esta técnica, empleada durante todo el s. XVIII consiste en cocer grasas animales purificadas y añadir las flores una vez que esta ha sido calentada. Las grasas arrebatan el aroma a las flores, que posteriormente son retiradas. El producto resultante, que se solidifica casi inmediatamente, se conserva tal cual. También puede posteriormente eliminarse esa grasa, quedando aislado el aceite que contiene el aroma.

      Los aceites esenciales se extraen desde las materias primas naturales mediante destilación. Con esta técnica se tratan flores, hojas, raíces, maderas… Las sustancias que llevan el olor son arrastradas en el vapor de agua. Al tener la esencia y el agua distinta densidad, se separan fácilmente más tarde.










http://www.expocenter.com/perfume/historia.htm

https://www.facebook.com/pages/De-viajes-historias-y-arte-se-trata/370615919738883 

















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domingo, 23 de noviembre de 2014

Historia del perfume II



















     Otros aceites más delicados, y con los que esta técnica
 no funciona, se extraen a través de disolventes
 volátiles. La planta de la que se va a extraer el aceite
 se pone en maceración, utilizando el disolvente
 apropiado (petróleo o benzol). La esencia queda
 disuelta y el disolvente se elimina por evaporación. 
El resultado se denomina concreto. Este aún contiene 
ceras que, al carecer de valor odorífero, han de ser 
eliminadas. Esto se realiza mediante un lavado 
con alcohol (de mayor graduación que el de uso
 doméstico) que una vez evaporado, da lugar al 
absoluto, un aceite altamente concentrado que es 
la materia prima más apreciada en perfumería.


      Para extraer el aceite esencial a los cítricos,
 se utiliza la técnica de compresión. Al comprimir 
la cáscara, se liberan las cápsulas de esencia 
que éstos contienen.



      La técnica de exudación es empleada con
 los árboles que poseen resinas olorosas practicando 
un corte en su corteza, el cual es recogido lentamente
 en bolsas. Estas resinas son tratadas 
posteriormente con alcoholes.




   A partir de estas materias primas secundarias 
se crean productos muy  dispares que van desde
 el perfume envasado que utilizamos 
diariamente hasta ambientadores para el hogar,
 pasando por infinidad de productos 
como bálsamos, desodorantes, aceites y
 leches corporales, polvos de talco, geles de baño,
 maquillajes, barras de labios, etc. así como 
productos de capricho como hojas de papel y
 lacres perfumados, velas perfumadas, rosarios
 de pétalos de rosa, tintas olorosas para 
enamorados… y un sinfín de productos
 inimaginables, todos ellos perfumados.

      Pero dentro de los perfumes "normales",

 también existen diferentes calidades en cuanto
 a la cantidad de esencia empleada en la fórmula.
 Así podemos hablar de Extracto cuando la
 concentración de esencia alcanza el 40% 
en relación el la cantidad de alcohol. 
Esta es la más cara de todas, y se suele presentar
 en forma de crema. El Eau de Parfum puede 
contener un 20% de esencia, el Eau de Toilette 
contiene un 10% y el Eau de Cologne no supera el 5%.



  



Curiosidades

Hacia el año 1810 a. C., en la ciudad de Mari, la antigua Babilonia, situada en Mesopotamia, funciona, en el palacio de 300 habitaciones, una droguería real provista de una gran instalación de destilación. Bajo la dirección de un "jefe de perfumería" se fabrican mensualmente varios cientos de litros de destilados. Según el archivo de palacio, que se compone de unas 20.000 tablillas escritas con caracteres cuineiformes, se señala la existencia de 11 pomadas y esencias diferentes destiladas todas ellas en una gran vasija con un borde en forma de canal y una tapa. Al calentar, el destilado fluye hacia el canal y se cuela por los agujeros







La elaboración del perfume

      La realización de un perfume es actualmente muy diferente
 a como era en la antigüedad. Los adelantos científicos y técnicos
nos han permitido realizar fórmulas cada vez más complejas que
antes se llevaban a cabo únicamente mediante la experimentación.
 La elección de materias primas de calidad, las técnicas de destila-
do y el trabajo de los profesionales son las claves del éxito. 

Materias primas


      De ellas depende principalmente la calidad del perfume.
Mantener la fórmula original cuesta si los métodos de 

producción
 de éstas se ven alteradas y hay que recurrir a productos 

de
calidad secundaria. Existen infinidad de materias primas
 utilizadas en la fabricación de un perfume, pero se 

pueden
dividir básicamente en productos naturales

 (vegetales,
 animales
o minerales) y productos sintéticos.


Productos naturales

      Dentro de los vegetales se puede escoger entre flores (rosa,
 jazmín, clavel, jacinto, flor de azahar, narciso, nardo, violeta…),
plantas aromáticas (lavanda, melisa, salvia, romero, cantueso,
 espliego, tomillo, mejorana…), agrios (naranja -dulce o amarga-
,
limón, mandarina, pomelo, bergamota…) algas y líquenes
 (musgos y algas marinas), especias (vainilla, cardamomo,
 cilantro, clavo…) granos y semillas (anís, eneldo,
 alcaravea…), cortezas y raíces (canela, jengibre, vetiver,
 angélica, cálamo…), balsamos y resinas (estoraque,
 incienso, mirra, galbano…),
maderas (abedul, cedro, ciprés, pino, sándalo, laurel, pachulí…)
 y otros aromas (tabaco, manzanilla, verbena, artemisa…).

   Los productos animales sirven como fijadores de los 
vegetales,
confiriéndoles persistencia y se les atribuye capacidad de
 atracción sexual (almizcle, cachalote, castoreo…,
 y también resinas, como el ámbar). (Es necesario mantener

 un nivel de evaporación igual para todos los elementos que
 componen el perfume). Los productos minerales son
 principalmente petróleo y sulfuro de hidrógeno.



Productos artificiales o sintéticos

      Producidos mediante reacciones químicas, se fabrican con la
 intención de reproducir aromas naturales. Un ejemplo de ellos
 son las anteriormente mencionadas ionomas. Con estos olores
 "de laboratorio" se consiguen sorprendentes resultados. Un
experto, hoy en día, tiene dificultades a la hora de distinguir un
 aroma artificial de uno natural, y obviamente, su empleo resulta
 mucho más beneficioso, por lo económico, para los fabricantes
 de perfumes. Es por esta razón por la que los laboratorios no
 escatiman a la hora de invertir insultantes cantidades
 de dinero en tecnología.


TABLA DE MATERIAS PRIMAS




aceites esenciales
naranja amarga


bergamota
manzanilla
ciprés


origen


flores, hojas


flores, hojas, corteza


flores


frutos


aplicaciones


perfumes (agua colonia)


perfumes (agua colonia)


jabones, cosméticos


perfumes

lavanda


limón
lúpulo
menta
aceites esenciales


flores


fruto (corteza y jugo)


inflorescencias femeninas


flores, hojas


origen


perfumes (agua de lavanda)


perfumes (aromáticos)


perfumes (colonias)


perfumes (aromáticos)


aplicaciones

aceites esenciales
nuez moscada


pino
rosa
ruda


origen


semillas


brotes (corteza)


pétalos de flores


hojas


aplicaciones


perfumes (agua colonia)


perfumes y desinfectantes


perfumes


esencias para fricciones

salvia


saúco
tomillo
verbena
aceites esenciales


hojas


flores


flores, hojas


hojas


origen


perfumes (de base)


perfumes (aceite de saúco)


perfumes, cosméticos


perfumes


aplicaciones



La fórmula

Sin una cuidada fórmula para la elaboración de un perfume, éste no existe. La fórmula es el alfa y omega de todo perfume.

       La idea no es mezclar aromas afines al azar en una probeta para conseguir algo que huela bien, sino combinarlos en las proporciones adecuadas teniendo en cuenta que ciertas esencias no son compatibles con otras, y que se pueden alterar las propiedades de ambas en la mezcla.

      Como explica el creador de perfumes de fama universal Edmund Roudnitska,

"Componer no es equilibrar productos, sino conjugarlos, es decir, sacar partido de todos los atributos para obtener una forma nueva e interesante, que será el resultado de todas las formas que lo componen, algo que va más allá de la simple adición y neutralización…".

      Aunque la primera fórmula que conocemos de un perfume parte de un escrito del s. XIII a. C., estas han evolucionado mucho debido tanto a la experimentación como a los avances tecnológicos. Hoy en día, mediante técnicas de cromatografía de gases, podemos averiguar, con una aproximación bastante sorprendente, los componentes de un perfume cualquiera por complicada que sea su fórmula, así como sus proporciones exactas. Aquí entra en juego la imitación. En estas últimas dos décadas, y gracias a esta técnica, las imitaciones de perfumes han alcanzado tal auge, que un gran perfumista lo tendría difícil a la hora de diferenciar una gran creación de una vulgar imitación.

   Es en esta época cuando se fabrican verdaderas obras de arte
 que ahora sería imposible elaborar debido a que el coste del
 envase superaría con creces al coste del perfume; todavía se
 conservan en museos (o en domicilios particulares, por herencia)
auténticas joyas realizadas a mano y adornadas con oro, plata y
 piedras preciosas.
Un envase digno de un gran perfume


La aparición del primer envase coincidió con la aparición
 del primer perfume, sólido (ungüentos y ceras) o líquido.
Al ser una sustancia volátil se debía evitar de algún modo
 su natural y rápida evaporación.
 Pero mucho antes de la aparición del cristal, hacia el s
. I a. C., los egipcios ya fabricaban recipientes de diorita
y de alabastro que, además de aislar el producto,
conservaban frío su contenido
 para que no perdiera ni una de sus propiedades odoríferas. 


      Los griegos y romanos utilizaban cerámicas decoradas con
 esmaltes hasta que Egipto comenzó a exportar sus envases.
Posteriormente, con la llegada del vidrio, todos aceptaron
 rápidamente este material por su ligereza y transparencia.
Casi inmediatamente llegaron los frascos esmerilados. 




     Entre los s. XVI al XIX los nobles adquirían separadamente
 perfume y envase, teniendo así el consumidor su fragancia
 favorita dentro del envase que más le agradaba.
Cuando la burguesía comenzó a
ser consumidora, la demanda de envases de vidrio se disparó,
apareciendo de este modo los primeros envases fabricados
exclusivamente para perfumes. Los cristales eran cortados por
 los artesanos con sumo cuidado, para posteriormente ser
 tallados a mano.


      Por tanto, poseer un perfume era símbolo de poder económico
 y refinamiento, así los frascos con perfume eran colocados en los
 salones de las casas, a la vista de todos. 


      Es en esta época cuando se fabrican verdaderas obras de arte
 que ahora sería imposible elaborar debido a que el coste del
 envase superaría con creces al coste del perfume; todavía se
 conservan en museos (o en domicilios particulares, por herencia)
 auténticas joyas realizadas a mano y adornadas con oro, plata y
 piedras preciosas.
     El cortado del cristal fue sustituido por la
técnica del cristal prensado, y más tarde por la del cristal soplado.
 Mediante esta técnica se crearon frascos de cristal de Baccarat,
 de principios de siglo, que actualmente
pueden comprarse por el módico precio de 1500 dólares.
 



      Algunas de estas fábricas de creadores vidrieros existen aún,
 es más, algunos diseños de envases de perfumes que se
 consumen en la actualidad han variado casi imperceptiblemente
 con respecto a los de principios de siglo, como es el caso del
archiconocido Chanel nº 5.
Un perfume eterno dentro de un envase
eterno.
 Cuando un perfume
posee calidad y originalidad,
este sobrevive a las modas,
 a las corrientes culturales y
 a las generaciones,
sobreviviendo por tanto en
el tiempo y haciéndose
 imperecedero. 

    Hoy en día el diseño de un
 envase es primordial para la
comercialización de un perfume.
Las técnicas de marketing
 demuestran que éste se vende
más si el diseño es atractivo y
 revolucionario, pero principalmente ha de ser único,
 como el perfume que contiene.


      Por su parte, la caja que protege a ambos y que en definitiva
 es la que podemos ver en las estanterías de las perfumerías,
tampoco carece de importancia llegada la hora de la
 comercialización del producto.
 
Los diseñadores de estas cajas
 de cartón, comenzaron empleando
 colores como el negro y el oro,
 símbolos de elegancia
desde siempre. Desde hace poco

se ha tendido a sustituir estos colores 
por otros menos agresivos, como tonos 
pastel o blancos, que según los expertos sugieren
delicadeza y distinción.


      Entre los grandes diseñadores de envases, podemos citar

 a Pierre Dinand, creador de Armani, de Giorgio Armani,
 Calandre, de Paco Rabanne, y Opium e Y de Yves
 Saint Laurent; Serge Mansau, autor del diseño de Fidji, 
de Guy Laroche, y el español André Ricard, creador de Quorum, 
de la firma Puig.





      Los hombres "nariz", son el alma de todo buen perfume.
 Las compañías productoras invierten grandes 
cantidades de dinero en el pago de estos
 creadores "superdotados" que poseen algo que el resto 
de los mortales no poseemos: un sentido 
del olfato terriblemente desarrollado y 
una excepcional memoria capaz de retener 
miles de olores. 

       Normalmente son freelance y trabajan 
para diferentes casas, excluyen de sus
 dietas alimentos y bebidas de fuerte olor, 
como el ajo y el alcohol y cuando trabajan
 (principalmente a primera hora de la mañana) 
se encierran en su laboratorio para que nadie les moleste.
 Este laboratorio está poblado de millares de 
diminutos frasquitos que contienen las sustancias
 que van a emplearse en la fabricación. 

      Pero cuando su fórmula ya ha sido decidida, 
entran en juego otros factores que pueden asegura
r su éxito: la suerte, el prestigio de la firma y la moda.

       Existen numerosos nombres en el mundo 
del perfume. Los más destacados y sus creacciones
 son: Jacques Polge, creador de Coco de la firma Chanel
 y Rive Gauche, Guy Robert, artífice de Madame 
Rochas, 
Ernest Beaux, con su Chanel nº 5, Rossend Mateu, 
nariz de Carolina Herrera o Jean Martel, 
creador del perfume Paco Rabanne, entre otros.
Rive Gauche, Guy Robert, artífice de Madame Rochas,
 Ernest Beaux, con su Chanel nº 5, Rossend Mateu, 
nariz de Carolina Herrera o Jean Martel, 
creador del perfume Paco Rabanne, entre otros.




Perfume y moda

      Considerado el perfume como un complemento

 a la moda, los grandes diseñadores se han lanzado 
a la creación de perfumes de lujo que puedan ir de 
la mano con sus modelos de alta costura. Estos 
perfumes se encuentran apadrinados por sus nombres, 
por lo que nada más salir al mercado son un éxito seguro. Entre estos modistos y sus creaciones más importantes, podemos destacar:

Gianni Versace. Jean Cacharel, que con su Anais-Anais (1978), exclusivamente floral, es uno de los más vendidos del mundo.

. Guccio Gucci, que comercializa 

Eau de Gucci desde 1975, 
fragancia fresca y frutal.

Calvin Klein, con Obsession,

 uno de los perfumes más embriagadores 
que existen actualmente.

. Gianni Versace (en la fotografía), con V´E,

 también floral, y encerrado en un envase 
considerado casi obra de arte.

. Adolfo Domínguez, que con el perfume

 del mismo nombre bate records de ventas entre los consumidores masculinos.

. Ágata Ruiz de la Prada, provocativa en todas 

sus creaciones, no lo iba a ser menos a la hora de crear una fragancia.

Curiosidades
En cierta ocasión, en el transcurso de una entrevista a Marilyn Monroe para la televisión, le preguntaron qué se ponía para dormir. Ella contestó: "Solo unas gotas de Chanel nº 5". Eso consiguió para las ventas de la casa Chanel mucho más que todo el dinero invertido en publicidad hasta ese momento.
 



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